viernes, 2 de octubre de 2015

El Cuarto Pecado: Necesidad Excesiva de Control (I Parte)


Para los llevan las riendas de su trabajo o la dinámica familiar, cierta dosis de control resulta imprescindible para el desempeño de sus funciones, toda vez que el control es una de las cuatro funciones básicas del ejercicio de la gerencia, dirección o administración.  Pero por desgracia, hay muchas personas que desarrollan una adicción perniciosa al control, y pretenden controlarlo todo y a todos.

Esta actitud, de manera general, tiende a hacer muy difíciles las relaciones interpersonales con estos adictos al control, ya que en calidad de tales se sienten únicos dueños de la verdad y quieren imponer sus puntos de vista y modos de actuación, al resto de las personas con quienes se relacionan.

El pecado del control obsesivo,  comienza por las cosas mas simples: controlar la temperatura de nuestra habitación, los canales de televisión que se verán, las tareas que debemos realizar en nuestros puestos de trabajo, etc. Pero lo que es en cierto grado razonable, para muchos se convierte en una peligrosa tendencia que conspira contra la felicidad, tanto de quien la padece como de aquellos sobre los cuales recaen sus intentos de control.

Esta necesidad de control no es ajena a ninguno de nosotros. Sentirnos en control obedece a que todos nos sentimos mejor, tanto física como emocionalmente, cuando estamos en control; al hecho de que tener mayor control sobre nuestras acciones es relativamente beneficioso para nuestra salud  y también porque cuando tenemos control de lo que está sucediendo somos menos vulnerables, sobre todo cuando se trata de una situación verdaderamente crítica.

Es por todo eso que, a todos nosotros, nos gustaría poder tener siempre las cosas bajo control. Pero algunas trascienden este nivel de deseo para convertir el control sobre todo y todos en una necesidad acuciante, que cuando no pueden satisfacer se convierte en motive de sufrimiento e infelicidad.

La necesidad de controlar se revela como perniciosa cuando pretendemos controlar la vida y resultados de las acciones de los demás, así como de las propias acciones, deseos y proyectos. El adicto al control no solo necesita control el ambiente externo, sino también el entorno interno de las personas que los rodean, impidiéndoles ejercer su libertad personal, coartando su libre albedrío, y cuando no lo logra sufre y se pregunta:  ¿por qué no pueden darse cuenta de mi sabiduría y buen desempeño, y solamente obedecer mis orientaciones para pensar y obrar?

Los que alimentan la necesidad obsesiva de control, de forma general sustentan ideas tales como:
  • ·     Las personas que tienen todo bajo control, persiguen alcanzar altos logros, estándares u objetivos en la vida.
  • ·         Las personas que todo lo controlan tienes mayores logros en la vida.
  • ·       Las personas que ejercen un total control de su vida, tienes mayores probabilidades de ser muy felices.


Contradictoriamente, tratar de controlar a ultranza todo lo que nos rodea, lejos de proporcionar nuestra felicidad, la disminuye significativamente. En primer lugar, porque las personas no quieren ser controladas por otros; en segundo lugar, porque resulta del todo punto imposible controlar todo nuestro entorno físico, familiar o laboral ; y finalmente, porque no poder satisfacer esa necesidad acuciante de control nos provoca sufrimiento, así como también nos hace sufrir el hecho de hacer sufrir a los demás, y no ser capaz de entender el por qué.  (reactancia psicológica)

Por otra parte, cuando sentimos esa necesidad obsesiva de controlar las personas o los resultados, nos llenamos de sentimientos negativos, tales como: ira, frustración, disgusto y hasta depresión, en casos extremos. Todo lo cual, disminuye significativamente nuestra felicidad, nuestra estabilidad emocional y la calidad de nuestras, ya que nos impide utilizar y ponderar la inteligencia colectiva, y confrontar opiniones diversas, que pudieran enriquecerlas y hacerlas más efectivas y eficaces.

Por supuesto, que el antídoto para este vicio no es dejar de controlar. Se trata de encontrar un balance entre la necesidad de controlar y  el éxito. La necesidad de control no puede ir más allá del punto en que comenzamos a sentirnos infelices , por ella. De manera general,  cualquier meta, objetivo o pasión que persigamos no puede rebasar el punto en que nos sintamos infelices, y ese es el punto en que empezamos a ser controlados por nuestra propia pasión.

Las personas que  se consumen  en la obsesión por el control, siempre están intentando mejorar las cosas, hacerlas mejores, es por ello que en cierto sentido se convierten en “perfeccionistas” y nunca están plenamente satisfechos por sus resultados y sus logros. Lo peor es que hacen responsables de ese estado de insatisfacción permanente a los demás.

Es así que el hábito que debemos incorporar para contrarrestar los efectos de la necesidad obsesiva de control, es hacernos responsables de nuestra propia felicidad, y no pensar siempre que las causas de nuestros fracasos y nuestros sufrimientos se localizan en otras personas. Tomar responsabilidad por nuestra propia felicidad supone adquirir la habilidad de regular como pensamos, para regular como sentimos.

El sentimiento de ira, típicamente es precedido por el pensamiento de existe un intruso o un obstáculo externo que nos impide lograr nuestros propósitos; la tristeza es precedida generalmente por el pensamiento de que hemos perdido algo que amamos o deseamos ; la ansiedad es precedida por pensamientos de incertidumbre o falta de control; y el sentimiento de orgullo es determinado por un pensamiento de éxito de nuestras acciones y habilidades. En consecuencia, podemos cambiar nuestros sentimientos cambiando nuestros pensamientos, lo cual es una habilidad unica de los seres humanos.

Ahora bien, cambiar nuestros pensamientos no es tarea fácil, es preciso proponernos conscientemente incorporar ciertas habilidades, para lograr  cambiar nuestros pensamientos, para lo cual debemos superar el pesimismo que puede sobrevenir debido a que la adquisición de estas habilidades no es tarea fácil, y supone disciplina y esfuerzos. Por otra parte, existe la falsa concepción de que tomar responsabilidad por nuestra felicidad, puede hacernos vulnerables ante los demás, para que estos tomen ventaja a nuestra costa.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Estudios realizados por prestigiosos profesionales de universidades estadounidenses, han revelado mantener un alto nivel de auto-control mantiene una correlación directa con las siguientes variables:
  • ü  Mejores resultados académicos.
  • ü  Menos predisposición a enfermedades mentales .
  • ü  Bajos niveles de estrés.
  • ü  Menor tendencia a la gula, la ingestion de alcohol y adicción a otras drogas.
  • ü  Mejores relaciones interpersonales.
  • ü  Mayores habilidades sociales.
  • ü  Mejores respuestas emocionales.

Resultan evidentes las ventajas de lograr el desarrollo de las habilidades para controlar nuestras emociones modificando nuestro modo de pensar. ¿Cómo hacerlo? Ese sera el tema de nuestra próxima publicación.




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