Para
los llevan las riendas de su trabajo o la dinámica familiar, cierta dosis de
control resulta imprescindible para el desempeño de sus funciones, toda vez que
el control es una de las cuatro funciones básicas del ejercicio de la gerencia,
dirección o administración. Pero por
desgracia, hay muchas personas que desarrollan una adicción perniciosa al
control, y pretenden controlarlo todo y a todos.
Esta
actitud, de manera general, tiende a hacer muy difíciles las relaciones
interpersonales con estos adictos al control, ya que en calidad de tales se
sienten únicos dueños de la verdad y quieren imponer sus puntos de vista y
modos de actuación, al resto de las personas con quienes se relacionan.
El
pecado del control obsesivo, comienza
por las cosas mas simples: controlar la temperatura de nuestra habitación, los canales
de televisión que se verán, las tareas que debemos realizar en nuestros puestos
de trabajo, etc. Pero lo que es en cierto grado razonable, para muchos se
convierte en una peligrosa tendencia que conspira contra la felicidad, tanto de
quien la padece como de aquellos sobre los cuales recaen sus intentos de
control.
Esta
necesidad de control no es ajena a ninguno de nosotros. Sentirnos en control
obedece a que todos nos sentimos mejor, tanto física como
emocionalmente, cuando estamos en control; al hecho de que tener mayor control
sobre nuestras acciones es relativamente beneficioso para nuestra salud y también porque cuando tenemos control de lo
que está sucediendo somos menos vulnerables, sobre todo cuando se trata de una
situación verdaderamente crítica.
Es por todo eso que, a todos nosotros, nos gustaría poder tener siempre las
cosas bajo control. Pero algunas trascienden este nivel de deseo para convertir
el control sobre todo y todos en una necesidad acuciante, que cuando no pueden
satisfacer se convierte en motive de sufrimiento e infelicidad.
La
necesidad de controlar se revela como perniciosa cuando pretendemos controlar
la vida y resultados de las acciones de los demás, así como de las propias
acciones, deseos y proyectos. El adicto al control no solo necesita control el
ambiente externo, sino también el entorno interno de las personas que los
rodean, impidiéndoles ejercer su libertad personal, coartando su libre
albedrío, y cuando no lo logra sufre y se pregunta: ¿por qué
no pueden darse cuenta de mi sabiduría y buen desempeño, y solamente obedecer
mis orientaciones para pensar y obrar?
Los
que alimentan la necesidad obsesiva de control, de forma general sustentan
ideas tales como:
- · Las personas que tienen todo bajo control, persiguen alcanzar altos logros, estándares u objetivos en la vida.
- · Las personas que todo lo controlan tienes mayores logros en la vida.
- · Las personas que ejercen un total control de su vida, tienes mayores probabilidades de ser muy felices.
Contradictoriamente,
tratar de controlar a ultranza todo lo que nos rodea, lejos de proporcionar
nuestra felicidad, la disminuye significativamente. En primer lugar, porque las
personas no quieren ser controladas por otros; en segundo lugar, porque resulta
del todo punto imposible controlar todo nuestro entorno físico, familiar o
laboral ; y finalmente, porque no poder satisfacer esa necesidad acuciante de
control nos provoca sufrimiento, así como también nos hace sufrir el hecho de
hacer sufrir a los demás, y no ser capaz de entender el por qué. (reactancia psicológica)
Por
otra parte, cuando sentimos esa necesidad obsesiva de controlar las personas o
los resultados, nos llenamos de sentimientos negativos, tales como: ira,
frustración, disgusto y hasta depresión, en casos extremos. Todo lo cual,
disminuye significativamente nuestra felicidad, nuestra estabilidad emocional y
la calidad de nuestras, ya que nos impide utilizar y ponderar la inteligencia
colectiva, y confrontar opiniones diversas, que pudieran enriquecerlas y
hacerlas más efectivas y eficaces.
Por
supuesto, que el antídoto para este vicio no es dejar de controlar. Se trata de
encontrar un balance entre la necesidad de controlar y el éxito. La necesidad de control no puede ir
más allá del punto en que comenzamos a sentirnos infelices , por ella. De manera
general, cualquier meta, objetivo o pasión
que persigamos no puede rebasar el punto en que nos sintamos infelices, y ese
es el punto en que empezamos a ser controlados por nuestra propia pasión.
Las
personas que se consumen en la obsesión por el control, siempre están
intentando mejorar las cosas, hacerlas mejores, es por ello que en cierto
sentido se convierten en “perfeccionistas” y nunca están plenamente satisfechos
por sus resultados y sus logros. Lo peor es que hacen responsables de ese
estado de insatisfacción
permanente a los demás.
Es así que
el hábito que debemos incorporar para contrarrestar los efectos de la necesidad
obsesiva de control, es hacernos responsables de nuestra propia felicidad, y no
pensar siempre que las causas de nuestros fracasos y nuestros sufrimientos se
localizan en otras personas. Tomar responsabilidad por nuestra propia felicidad
supone adquirir la habilidad de regular como pensamos, para regular como
sentimos.
El
sentimiento de ira, típicamente es precedido por el pensamiento de existe un
intruso o un obstáculo externo que nos impide lograr nuestros propósitos; la
tristeza es precedida generalmente por el pensamiento de que hemos perdido algo
que amamos o deseamos ; la ansiedad es precedida por pensamientos de
incertidumbre o falta de control; y el sentimiento de orgullo es determinado
por un pensamiento de éxito de nuestras acciones y habilidades. En
consecuencia, podemos cambiar nuestros
sentimientos cambiando nuestros pensamientos, lo cual es una habilidad
unica de los seres humanos.
Ahora
bien, cambiar nuestros pensamientos no es tarea fácil, es preciso proponernos
conscientemente incorporar ciertas habilidades, para lograr cambiar nuestros pensamientos, para lo cual
debemos superar el pesimismo que puede sobrevenir debido a que la adquisición
de estas habilidades no es tarea fácil, y supone disciplina y esfuerzos. Por
otra parte, existe la falsa concepción de que tomar responsabilidad por nuestra
felicidad, puede hacernos vulnerables ante los demás, para que estos tomen
ventaja a nuestra costa.
Sin
embargo, nada más lejos de la realidad. Estudios realizados por prestigiosos
profesionales de universidades estadounidenses, han revelado mantener un alto
nivel de auto-control mantiene una correlación directa con las siguientes
variables:
- ü Mejores resultados académicos.
- ü Menos predisposición a enfermedades mentales .
- ü Bajos niveles de estrés.
- ü Menor tendencia a la gula, la ingestion de alcohol y adicción a otras drogas.
- ü Mejores relaciones interpersonales.
- ü Mayores habilidades sociales.
- ü Mejores respuestas emocionales.
Resultan
evidentes las ventajas de lograr el desarrollo de las habilidades para
controlar nuestras emociones modificando nuestro modo de pensar. ¿Cómo hacerlo?
Ese sera el tema de nuestra próxima publicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario