martes, 29 de septiembre de 2015

Segundo Pecado (II Parte): el antidoto de la búsqueda de superioridad.




En la primera parte de este artículo hablamos acerca del “flow”, ese sentimiento de plenitud que nos embarga cuando nos entendemos capaces de hacer grandes cosas y experimentamos la certeza del éxito; el estado que lleva a los grandes logros de la humanidad en todos los ámbitos. Y es precisamente la búsqueda del “flow” el antídoto del Segundo Pecado que solemos cometer en contra de nuestra felicidad: “perseguir a toda costa la superioridad”

Sin embargo, experimentar este estado no es como “coser y cantar”, porque las más de las veces llega sin que podamos conocer cómo a ciencia cierta. Entonces, ¿qué hacer?

El Dr. Rajagapal Raghunathan, --profesor de la Universidad de Texas (U.S.A.)--, propone dos vías fundamentales para contrarrestar la búsqueda obsesiva de la superioridad y proporcionar la experiencia del estado de “flow”.  Una de ellas debe ser aplicada cuando las cosas no nos salen del todo bien y la otra cuando ocurre todo lo contrario, y la vida nos sonríe, respectivamente: auto-compasión y gratitud.

La auto-compasión consiste en tratarnos a nosotros mismos con la misma amabilidad, cuidado y responsabilidad con la que solemos tratar a un buen amigo, especialmente cuando sufre o está pasando por malos momentos, laborales, profesionales o financieros. Cuando cometemos un error, no debemos tratarnos con demasiada exigencia o intolerancia. Por el contrario, es preciso que reconozcamos que somos seres humanos, y que el sufrimiento y la imperfección son parte inseparable de dicha condición.

Practicar la auto-compasión supone decirnos las mismas palabras que diríamos a un buen amigo, o un ser querido, si se encontraran en nuestra situación, tal como si nos escribiéramos una carta compasiva a nosotros mismos. Es preciso que seamos más indulgentes con nuestro desempeños, y nos demos cuenta de que los fallos, los errores y los problemas son parte inseparable de nuestras vidas.  En otras palabras, la auto-compasión es la capacidad de perdonarnos.

La mayoría de las personas sufren mucho más por sus propios errores y fracasos, que por problemas inducidos por los demás o por el entorno en que se desenvuelven.  Los disgustos mas difíciles de superar son aquellos que dimanan de fallos o errores que no hubiéramos querido cometer, pero que ya forman parte del pasado, y no pueden ser eliminados o borrados de nuestras vidas; de reacciones que hubiéramos querido que fueran diferentes, pero que fuimos incapaces de contener, porque nos ganó la emoción; de palabras, que no desearíamos haber dicho o dicho de otro modo, pero que ya fueron lanzadas al viento. Dicho de otro modo, las más de las veces, nos es más difícil perdonarnos, que perdonar los errores, acciones y palabras de los demás.

Esa resistencia al olvido y al perdón de nuestros fallas como seres humanos, no es más que una consecuencia de la búsqueda de la superioridad. Reconocerlo, y proponernos ser auto-compasivos y perdonarnos conscientemente por nuestras debilidades, es el mejor antídoto, cuando las cosas no marchan bien.  Pero no siempre es así, muchas veces todo lo que hacemos, sentimos o decimos sale bien y somos exitosos y felices por ello, pero este sentimiento de complacencia, cuando es excesivo, puede ser asimismo una manifestación de la búsqueda de la superioridad, y para contrarrestarlo debemos entonces practicar la segunda sugerencia del profesor Raghunathan, la gratitud.

La gratitud es una “meta-estrategia”, ya que aumenta nuestra felicidad de muchas maneras:
·         Nos hace sentir más conectados con otras personas.
·         Nos hace experimentar que contamos con la ayuda de otros.
·         Nos proporciona una sensación de mejora interna, de elevada espiritualidad.
·         Nos hace ver la vida y sus acontecimientos de una forma más positiva.
·         Nos ayuda a re-formular nuestros modos de afrontar la adversidad.

Como antídoto de la búsqueda de la superioridad, la gratitud nos permite reconsiderar que nuestros logros, no son en modo alguno logros individuales, sino que en todos ellos subyace la intervención e interacción de otros: nuestros familiares,  maestros y amigos, en un marco más estrecho; y en el ámbito global, nuestros logros son el resultado de toda la herencia histórica, cultural y política que hemos recibido, a través de todos los medios de comunicación que el hombre ha desarrollado, y que cada vez más nos permiten nutrirnos del conocimiento, la cultura y la impronta y experiencias de vida de todos los seres humanos, tanto de los que nos antecedieron como de nuestros contemporáneos.

Todas esas influencias están latentes en nuestro desempeño cotidiano, en todos los ámbitos de nuestra vida, y es por eso que tanto nuestros logros como nuestros fracasos son deudores de todas ellas. Así que debemos agradecer, todo lo que de bueno hemos recibido en nuestra interacción con otros seres humanos, y tanto en el éxito como en el fracaso, no olvidar que somos el producto de toda esa herencia histórica y cultural, por lo que en modo alguno debemos perseguir ni atribuirnos un sentido de superioridad, respecto al resto de los seres humanos. Eso nos permitirá, perdonarnos cuando, en calidad de tales, erremos; y agradecer a todos aquellos que nos proporcionaron las herramientas para lograr todo lo bueno que seamos capaces de hacer.

La auto-compasión y el agradecimiento, son dos maneras muy eficaces de construir nuestra felicidad, por lo que debemos practicarlas sistemática y conscientemente, en tanto ser felices es la “mega- meta” de nuestras vidas.













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