En
la primera parte de este artículo hablamos acerca del “flow”, ese sentimiento
de plenitud que nos embarga cuando nos entendemos capaces de hacer grandes cosas
y experimentamos la certeza del éxito; el estado que lleva a los grandes logros
de la humanidad en todos los ámbitos. Y es precisamente la búsqueda del “flow”
el antídoto del Segundo Pecado que solemos cometer en contra de nuestra
felicidad: “perseguir a toda costa la superioridad”
Sin
embargo, experimentar este estado no es como “coser y cantar”, porque las más
de las veces llega sin que podamos conocer cómo a ciencia cierta. Entonces, ¿qué
hacer?
El
Dr. Rajagapal Raghunathan, --profesor de la Universidad de Texas (U.S.A.)--, propone
dos vías fundamentales para contrarrestar la búsqueda obsesiva de la
superioridad y proporcionar la experiencia del estado de “flow”. Una de ellas debe ser aplicada cuando las
cosas no nos salen del todo bien y la otra cuando ocurre todo lo contrario, y
la vida nos sonríe, respectivamente: auto-compasión
y gratitud.
La auto-compasión consiste en tratarnos a
nosotros mismos con la misma amabilidad, cuidado y responsabilidad con la que
solemos tratar a un buen amigo, especialmente cuando sufre o está pasando por
malos momentos, laborales, profesionales o financieros. Cuando cometemos un
error, no debemos tratarnos con demasiada exigencia o intolerancia. Por el
contrario, es preciso que reconozcamos que somos seres humanos, y que el
sufrimiento y la imperfección son parte inseparable de dicha condición.
Practicar
la auto-compasión supone decirnos las mismas palabras que diríamos a un buen
amigo, o un ser querido, si se encontraran en nuestra situación, tal como si
nos escribiéramos una carta compasiva a nosotros mismos. Es preciso que seamos
más indulgentes con nuestro desempeños, y nos demos cuenta de que los fallos, los errores
y los problemas son parte inseparable de nuestras vidas. En otras palabras, la auto-compasión es la
capacidad de perdonarnos.
La
mayoría de las personas sufren mucho más por sus propios errores y fracasos, que
por problemas inducidos por los demás o por el entorno en que se
desenvuelven. Los disgustos mas
difíciles de superar son aquellos que dimanan de fallos o errores que no hubiéramos
querido cometer, pero que ya forman parte del pasado, y no pueden ser
eliminados o borrados de nuestras vidas; de reacciones que hubiéramos querido
que fueran diferentes, pero que fuimos incapaces de contener, porque nos ganó
la emoción; de palabras, que no desearíamos haber dicho o dicho de otro modo,
pero que ya fueron lanzadas al viento. Dicho de otro modo, las más de las
veces, nos es más difícil perdonarnos, que perdonar los errores, acciones y
palabras de los demás.
Esa resistencia
al olvido y al perdón de nuestros fallas como seres humanos, no es más que una
consecuencia de la búsqueda de la superioridad. Reconocerlo, y proponernos ser
auto-compasivos y perdonarnos conscientemente por nuestras debilidades, es el mejor
antídoto, cuando las cosas no marchan bien. Pero no siempre es así, muchas veces todo lo
que hacemos, sentimos o decimos sale bien y somos exitosos y felices por ello,
pero este sentimiento de complacencia, cuando es excesivo, puede ser asimismo
una manifestación de la búsqueda de la superioridad, y para contrarrestarlo
debemos entonces practicar la segunda sugerencia del profesor Raghunathan, la gratitud.
La gratitud es una “meta-estrategia”, ya
que aumenta nuestra felicidad de muchas maneras:
·
Nos hace sentir más
conectados con otras personas.
·
Nos hace experimentar
que contamos con la ayuda de otros.
·
Nos proporciona una
sensación de mejora interna, de elevada espiritualidad.
·
Nos hace ver la vida y
sus acontecimientos de una forma más positiva.
·
Nos ayuda a re-formular
nuestros modos de afrontar la adversidad.
Como antídoto de la búsqueda de la superioridad, la gratitud nos permite
reconsiderar que nuestros logros, no son en modo alguno logros individuales,
sino que en todos ellos subyace la intervención e interacción de otros: nuestros
familiares, maestros y amigos, en un
marco más estrecho; y en el ámbito global, nuestros logros son el resultado de
toda la herencia histórica, cultural y política que hemos recibido, a través de
todos los medios de comunicación que el hombre ha desarrollado, y que cada vez
más nos permiten nutrirnos del conocimiento, la cultura y la impronta y
experiencias de vida de todos los seres humanos, tanto de los que nos
antecedieron como de nuestros contemporáneos.
Todas esas influencias están latentes en nuestro desempeño cotidiano, en
todos los ámbitos de nuestra vida, y es por eso que tanto nuestros logros como
nuestros fracasos son deudores de todas ellas. Así que debemos agradecer, todo
lo que de bueno hemos recibido en nuestra interacción con otros seres humanos,
y tanto en el éxito como en el fracaso, no olvidar que somos el producto de toda
esa herencia histórica y cultural, por lo que en modo alguno debemos perseguir
ni atribuirnos un sentido de superioridad, respecto al resto de los seres
humanos. Eso nos permitirá, perdonarnos cuando, en calidad de tales, erremos; y
agradecer a todos aquellos que nos proporcionaron las herramientas para lograr
todo lo bueno que seamos capaces de hacer.
La auto-compasión y el agradecimiento, son dos maneras muy eficaces de construir
nuestra felicidad, por lo que debemos practicarlas sistemática y conscientemente,
en tanto ser felices es la “mega- meta” de nuestras vidas.
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