lunes, 14 de septiembre de 2015

El Primer Pecado: Subvalorar la Felicidad




Investigaciones realizadas por prestigiosos profesores de diversas universidades, arrojan que “Ser feliz”  es la prioridad de la mayoría de las personas incluidas en los mismos, entre doce posibles opciones de metas, propósitos o anhelos. La felicidad obtuvo el mayor por ciento de respuestas positivas, por encima de las metas profesionales, el éxito en la vida, el conocimiento o la salud física y mental. Estos resultados evidencian que la felicidad, resume las aspiraciones de la mayoría de las personas en todos los ámbitos de sus vidas.

En dichos estudios se evaluó asimismo, qué sería necesario para alcanzar tan preciada meta, y las respuestas encontradas evidenciaron que, los tres elementos citados en un número mayor de ocasiones fueron: dinero, fama, éxito y relaciones satisfactorias. Este resultado pone de manifiesto que la mayoría de las personas centra su felicidad en la posesión de cosas (dinero) y en el status (fama y éxito), lo que a la postre determina que muchas veces sacrifiquen la felicidad en aras de la propia felicidad.

Parece un trabalenguas, pero es un hecho que muy frecuentemente las personas sacrifican aquello que los hacen intrínsecamente felices creyendo hallar la felicidad en recompensas externas. Esto es en realidad paradójico. La mayoría de las personas piensan que la felicidad es más importante que el dinero, las recompensas materiales, etc. pero en sus vidas cotidianas muy frecuentemente se olvidan de eso a la hora de tomar decisiones tales como: escoger un trabajo, un lugar de residencia, incluso en casos extremos, su compañero(a) de vida.

La tendencia a sacrificar la felicidad por alcanzar otras metas menos importantes es el primer pecado que cometemos para lograr una vida feliz y exitosa. Por desgracia, la proporción de personas que comete este primer pecado es muy alta, aun cuando la mayoría no sea capaz de admitirlo, y antes bien utilice el bienestar extrínseco que le reportan sus decisiones para justificar el porqué de sus  elecciones.

Es imprescindible destacar que aun cuando esta paradoja esté presente sólo en una fracción de nuestras decisiones cotidianas, estaremos dejando pasar una cantidad significativa de retribuciones legítimas y momentos de genuina felicidad. Por tal motivo es importante, establecer las razones por las cuales subvaloramos nuestra felicidad en nuestras elecciones.

Existen tres razones fundamentales por las cuales la mayoría de las personas tienen esta perjudicial tendencia:
(1) La imposibilidad de definir la felicidad en términos concretos, ya que los elementos que la constituyen son diferentes para cada una de las personas, y el ser humano tiende a subvalorar aquello que no es capaz de comprender claramente.
(2)  La tendencia a darle más importancia a los  medios que se utilizarán para conseguir la felicidad (dinero, fama, status, etc.), olvidando la meta final en sí misma (ser feliz).
(3)    La existencia de una serie de creencias negativas acerca de la felicidad.
-          La felicidad tiende a hacernos vagos y despreocupados. False! La felicidad nos hace más productivos, creativos y exitosos.
-          La felicidad hace que las personas sean egoístas. False! La felicidad nos hace ser más altruistas; más comprensivos y comprensivos con los demás; más caritativos y dispuestos a compartir nuestra felicidad con los demás.

Es preciso interiorizar la necesidad de erradicar esas tendencias y concepciones erradas sobre la felicidad para poder construirla de una manera objetiva y consciente, ya que ser felices supone  ventajas nada despreciables. Las personas felices viven más, tienen relaciones familiares y amistosas más fructíferas, se desempeñan con mayor éxito en sus trabajos y son mejores ciudadanos, de manera general. Dicho de otro modo, la felicidad tiene efectos positivos en todos los ámbitos de nuestras vidas.

Si la felicidad es tan importante y comporta tantas ventajas, ¿qué debemos hacer para lograrla? ¿Cómo evitar el primer pecado contra la felicidad? La respuesta es bien simple, como ya anunciamos en el artículo introductorio de esta serie, para cada uno de los 7 pecados contra la felicidad, existe un hábito, que una vez incorporado, nos permite eliminarlos y nos proporciona la oportunidad de ser artesanos de nuestra propia felicidad.

Primer Hábito: Priorizar pero no “ “ felicidad. La incorporación de este hábito supone tomar la decisión consciente de dar felicidad a nuestra vida, lo que se logra cuando establecemos las bases de nuestra felicidad, lo que verdaderamente queremos para nuestra vida y los tenemos presente cada vez que vamos a tomar una decisión. La mejor manera de ser feliz es tomando decisiones que incrementen tus posibilidades de serlo.

Ahora bien, aunque nos recordemos de manera de consciente cuales son nuestras prioridades básicas para la felicidad, no debemos mantener un monitoreo permanente de cuán felices somos, y cuanto han contribuido a ello cada una de nuestras decisiones; esto es, priorizar la felicidad, pero no …Ponderar nuestra felicidad tiende a hacernos menos felices.

El primer paso para incorporar este hábito es definir qué significa para cada uno de nosotros la felicidad. La felicidad, tiene un significado específico para cada persona en particular, aunque de acuerdo a la literatura especializada puede ser definida por uno o una combinación de los siguientes elementos:
ü  Sensación de placer.
ü  Alta autoestima.
ü  Auténtico orgullo.
ü  Amor, buenas relaciones.
ü  Abundancia.
ü  Comprensión de que la vida es perfecta, aun con sus imperfecciones.

De acuerdo con las consideraciones del Dr. Rajagapal Raghunathan, profesor de la Escuela Hindú de Bussiness, la más abarcadora definición de felicidad es “abundancia” no solamente porque incorpora la posibilidad de pérdida en algún momento a lo largo del tiempo, sino porque admite la incorporación de otras propiedades positivas, asumiendo el concepto de abundancia en el más amplio sentido de la palabra.


Así pues, para dar el primer paso hacia una vida feliz y exitosa, es preciso establecer que vamos a considerar como nuestra felicidad, cuáles serán sus componentes y tener esta definición siempre presente a la hora de adoptar nuestras decisiones, sin cometer el error de ponderar constantemente sus resultados. Les aseguro que es un paso muy importante, ¿se animan?



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