Investigaciones realizadas por prestigiosos profesores de diversas
universidades, arrojan que “Ser feliz”
es la prioridad de la mayoría de las personas incluidas en los mismos,
entre doce posibles opciones de metas, propósitos o anhelos. La felicidad obtuvo
el mayor por ciento de respuestas positivas, por encima de las metas
profesionales, el éxito en la vida, el conocimiento o la salud física y mental.
Estos resultados evidencian que la felicidad, resume las aspiraciones de la
mayoría de las personas en todos los ámbitos de sus vidas.
En dichos estudios se evaluó asimismo, qué sería necesario para
alcanzar tan preciada meta, y las respuestas encontradas evidenciaron que, los
tres elementos citados en un número mayor de ocasiones fueron: dinero, fama,
éxito y relaciones satisfactorias. Este resultado pone de manifiesto que la
mayoría de las personas centra su felicidad en la posesión de cosas (dinero) y
en el status (fama y éxito), lo que a la postre determina que muchas veces
sacrifiquen la felicidad en aras de la propia felicidad.
Parece un trabalenguas, pero es un hecho que muy frecuentemente las
personas sacrifican aquello que los hacen intrínsecamente felices creyendo
hallar la felicidad en recompensas externas. Esto es en realidad paradójico. La
mayoría de las personas piensan que la felicidad es más importante que el
dinero, las recompensas materiales, etc. pero en sus vidas cotidianas muy
frecuentemente se olvidan de eso a la hora de tomar decisiones tales como:
escoger un trabajo, un lugar de residencia, incluso en casos extremos, su
compañero(a) de vida.
La tendencia a sacrificar la felicidad por alcanzar otras metas menos
importantes es el primer pecado que cometemos para lograr una vida feliz y
exitosa. Por desgracia, la proporción de personas que comete este primer pecado
es muy alta, aun cuando la mayoría no sea capaz de admitirlo, y antes bien
utilice el bienestar extrínseco que le reportan sus decisiones para justificar
el porqué de sus elecciones.
Es imprescindible destacar que aun cuando esta paradoja esté presente
sólo en una fracción de nuestras decisiones cotidianas, estaremos dejando pasar
una cantidad significativa de retribuciones legítimas y momentos de genuina
felicidad. Por tal motivo es importante, establecer las razones por las cuales
subvaloramos nuestra felicidad en nuestras elecciones.
Existen tres razones fundamentales por las cuales la mayoría de las
personas tienen esta perjudicial tendencia:
(1) La imposibilidad de definir la
felicidad en términos concretos, ya que los elementos que la constituyen son
diferentes para cada una de las personas, y el ser humano tiende a subvalorar
aquello que no es capaz de comprender claramente.
(2) La tendencia a darle más
importancia a los medios que se
utilizarán para conseguir la felicidad (dinero, fama, status, etc.), olvidando
la meta final en sí misma (ser feliz).
(3)
La existencia de una serie de
creencias negativas acerca de la felicidad.
-
La felicidad tiende a hacernos vagos y despreocupados. False! La felicidad nos hace más productivos, creativos y exitosos.
-
La felicidad hace que las personas sean egoístas. False! La felicidad nos hace ser más altruistas; más comprensivos y
comprensivos con los demás; más caritativos y dispuestos a compartir nuestra
felicidad con los demás.
Es preciso interiorizar la necesidad de erradicar esas tendencias y
concepciones erradas sobre la felicidad para poder construirla de una manera
objetiva y consciente, ya que ser felices supone ventajas nada despreciables. Las personas felices
viven más, tienen relaciones familiares y amistosas más fructíferas, se
desempeñan con mayor éxito en sus trabajos y son mejores ciudadanos, de manera
general. Dicho de otro modo, la felicidad tiene efectos positivos en todos los
ámbitos de nuestras vidas.
Si la felicidad es tan importante y comporta tantas ventajas, ¿qué
debemos hacer para lograrla? ¿Cómo evitar el primer pecado contra la felicidad?
La respuesta es bien simple, como ya anunciamos en el artículo introductorio de
esta serie, para cada uno de los 7 pecados contra la felicidad, existe un
hábito, que una vez incorporado, nos permite eliminarlos y nos proporciona la
oportunidad de ser artesanos de nuestra propia felicidad.
Primer Hábito: Priorizar pero no “ “ felicidad. La incorporación de este hábito supone
tomar la decisión consciente de dar felicidad a nuestra vida, lo que se logra
cuando establecemos las bases de nuestra felicidad, lo que verdaderamente
queremos para nuestra vida y los tenemos presente cada vez que vamos a tomar
una decisión. La mejor manera de ser feliz es tomando decisiones que
incrementen tus posibilidades de serlo.
Ahora bien, aunque nos recordemos de manera de consciente cuales son
nuestras prioridades básicas para la felicidad, no debemos mantener un
monitoreo permanente de cuán felices somos, y cuanto han contribuido a ello
cada una de nuestras decisiones; esto es, priorizar la felicidad, pero no …Ponderar
nuestra felicidad tiende a hacernos menos felices.
El primer paso para incorporar este hábito es definir qué significa
para cada uno de nosotros la felicidad. La felicidad, tiene un significado
específico para cada persona en particular, aunque de acuerdo a la literatura
especializada puede ser definida por uno o una combinación de los siguientes
elementos:
ü
Sensación de placer.
ü Alta autoestima.
ü Auténtico orgullo.
ü Amor, buenas relaciones.
ü Abundancia.
ü
Comprensión de que la vida es
perfecta, aun con sus imperfecciones.
De acuerdo con las consideraciones del Dr. Rajagapal Raghunathan,
profesor de la Escuela Hindú de Bussiness, la más abarcadora definición de felicidad
es “abundancia” no solamente porque
incorpora la posibilidad de pérdida en algún momento a lo largo del tiempo,
sino porque admite la incorporación de otras propiedades positivas, asumiendo
el concepto de abundancia en el más
amplio sentido de la palabra.
Así pues, para dar el primer paso hacia una vida feliz y exitosa, es
preciso establecer que vamos a considerar como nuestra felicidad, cuáles serán
sus componentes y tener esta definición siempre presente a la hora de adoptar
nuestras decisiones, sin cometer el error de ponderar constantemente sus
resultados. Les aseguro que es un paso muy importante, ¿se animan?
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