Como resultado del impacto que la opinión de los demás tiene sobre
nosotros, desarrollamos la tendencia a la búsqueda de superioridad, solo para
ser aprobados por los demás. Entre las razones por las que procuramos la
superioridad se encuentran, las siguientes:
(2) Se siente muy bien cuando uno gana. En otras palabras, poner a prueba nuestra autoestima, evaluando cuanto mejores somos respecto a otros.
(3) Experimentar que progresamos hacia la maestría. Algo que es muy importante para nosotros es percibir la sensación de maestría en algún tema, actividad o dominio.
(4) Experimentar autonomía. Cuando somos superiores a otros nos sentimos en libertad de comportarnos y actuar como nos plazca.
Sin
embargo, a pesar de que a primera vista todas estas razones pueden avalar la
búsqueda de superioridad, en tanto ello nos proporcionará admiración,
autoestima y sensación de triunfo, de maestría o de autonomía, estudios
realizados por prestigiosos profesionales de universidades estadounidenses, han
evidenciado que la búsqueda de superioridad solo proporciona felicidad en el
11,0 % de los casos, y por el contrario, reduce la felicidad en el 78 % de
éstos; en el 11 % restante no se aprecia ni aumento ni decremento en el nivel
de felicidad.
Tales
resultados indican, que la búsqueda de la superioridad no es garante de la
felicidad. Dicho de otro modo, no es posible afirmar de manera absoluta que si
somos superiores a los demás nos sentiremos más felices. Por el contrario,
evidentemente, en la mayoría de los casos estudiados, buscarla superioridad
solo les trajo más infelicidad, debido al impacto de las comparaciones sociales
y la percepción de disgusto en personas que tienen alguna importancia para
nuestra vida, profesional o personal.
De
acuerdo con el criterio de la Dr. Sonya Lyubominsky, la observación sobre lo
que los demás están haciendo resulta perniciosa, porque dicha comparación
induce a la envidia, que además de ser uno de los 7 pecados capitales, es uno
de los principales asesinos de la felicidad. La profesora antes citada apunta
que “Usted no puede ser envidioso y feliz al mismo tiempo…” y por desgracia,
las personas tienen una mayor propensión a experimentar envidia cuando alguien
cercano es capaz de ser mejor en una dimensión o ámbito que es importante para
ellas, sobre todo en aquellos relacionados con habilidades o talentos; es por
eso, que para contrarrestar ese malestar, utilizan estándares materiales para
compararse con otros, no por lo que son o por cómo son, sino por lo que tienen.
Por
otro lado, si bien la búsqueda de superioridad no siempre garantiza una mayor
felicidad, ello no quiere decir que en determinados contextos, no se convierta
en un elemento consustancial para lograr el éxito, ya que sin duda alguna, el
deseo de superioridad nos hace poner mayor intensidad en el empeño para lograr
un buen resultado. Tal es el caso del deporte, y las actividades no
intelectuales en general, donde la necesidad de ser el mejor se constituye en
acicate motivacional para lograr el éxito. En las actividades creativas e
intelectuales, por el contrario, el deseo de superioridad disminuye nuestras
posibilidades de éxito, toda vez que la presión sobre el cerebro hace que
algunas capacidades disminuyan, lo que reduce nuestras oportunidades de
alcanzar un desempeño notable.
No
obstante, la necesidad de sentirnos superiores puede impulsarnos al logro de metas
y resultados exitosos, existen otras formas de alcanzar dicho estado de motivación,
eliminando sus potenciales desventajas o efectos negativos; lo que no solo nos
haría más felices sino también más exitosos. La fórmula para encontrar la
motivación unida a la felicidad consiste en ocuparnos en actividades que tengan
un gran significado para nosotros, de modo que sean capaces de inducirnos a un
estado denominado “flow”.
¿Qué es el flow? ¿Cuándo y cómo
podemos experimentarlo?
Cuando
logramos experimentar un estado de “flow” sentimos una tranquila sensación de control
y una gran confianza en nosotros mismos; uno percibe con absoluta claridad qué
es lo que desea obtener y que hacer para lograrlo, y en este estado muchas
veces nada es capaz de perturbarnos, distraernos o desconcentrarnos. Las
características de un estado de “flow” son:
ü
Percepción distorsionada del tiempo (como si
actuáramos en cámara lenta)
ü Ausencia
de autoconciencia
ü
Intensa focalización en el momento presente
(aquí y ahora)
Es
este el estado en el que un deportista llega a implantar un record de importancia,
como el hasta ahora imbatible 2,45 m de Javier Sotomayor en salto alto, o los
memorables 9,57 segundos de Usain Bolt en los 100 metros planos; cuando se
logra un gol en un momento decisivo del juego, o cuando se batea un home run
estando en la cuenta de 3 bolas y 2 strikes. Arquímedes
debe haber experimentado un estado de flow cuando gritó “Eureka!!”, aunque aún
no se había acuñado dicho término, propio de la Psicología contemporánea.
Cuando
se experimenta un estado de flow, uno siente:
ü Que
vive una experiencia extremadamente grata, que nos retribuye emocionalmente de
forma significativa.
ü Que
usted y la actividad son un todo indisoluble, son inseparables.
ü Un
sentimiento de absoluto control sobre la actividad y sus resultados.
Todo
lo anteriormente expuesto, revela lo gratificante que resulta la experiencia de
un estado de flow, y seguramente cada uno de los lectores estarán expectantes
acerca de qué y cómo hacer para lograr un estado de flow. Lo primero que
debemos conocer es que no es posible experimentar una estado de flow, cuando
estamos ansiosos o aburridos en una actividad; dicho de otro modo, para lograr
este estado es preciso estar realizando una actividad que nos motive y nos sea
agradable.
Un
segundo requisito para experimentar “flow” es que el nivel nuestras habilidades
y competencias se encuentren en consonancia con las exigencias de los objetivos
que se persiguen alcanzar con la actividad. Si usted nunca ha hecho gimnasia,
es imposible que experimente “flow” en una sesión en al caballo de salto o la
viga de equilibrio. Si usted no es un conocedor de la Historia Universal no
podrá experimentar “flow” en un panel de expertos sobre la Grecia Antigua.
Ahora bien, no se trata de que exista una correspondencia exacta entre competencias
y exigencias, antes bien, es más factible experimentar el “flow” cuando se hace
necesario un ligero esfuerzo para lograr el objetivo o la meta, esto es, cuando
nuestras competencias se encuentran ligeramente por debajo de las exigencias
del propósito a lograr.
Cuando
se experimenta un alto nivel de flow, uno llega sin dudas a la convicción de
que su propósito en la vida es continuar desarrollando aquellas habilidades y
talentos que le propician esta enriquecedora y feliz experiencia. El estado de
“flow” nos proporciona felicidad porque
ese momento se disfruta enormemente y es muy gratificante; porque dicha
experiencia tiene mucho significado e importancia emocional para quien la vive;
porque nos gana la admiración y el respeto de las demás personas y porque no
conduce a lograr la maestría en el dominio o contexto de la vida en que se
produce dicho estado.
Podemos
resumir entonces que sentir ”flow”, es muy importante para alcanzar la
felicidad y el éxito, así como también que nuestra
vida laboral puede ser mucho más agradable y enriquecedora si somos capaces de
experimentar flow en el trabajo, para lo cual resulta indispensable identificar
nuestros talentos innatos, incrementarlos sistemáticamente y usarlos de forma constructiva, tanto en su
vida personal como en su entorno social. La zona más probable para experimentar
el flow, es aquella donde se interceptan sus talentos personales, con las
necesidades del mundo y lo que a usted le gusta verdaderamente hacer.
Continuará….
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