¿Quién te roba la
energía?
Tengo la suerte de contar muchos amigos y amigas con quienes
mantengo una comunicación asidua, y no son pocas las veces que les he oído quejarse
de que “no tienen tiempo” para una u otra actividad, ya sea ir al gimnasio,
disfrutar de una puesta de sol o tomarse una día para ir a la playa el fin de
semana
.
Indefectiblemente, cuando pregunto cuáles son las causas de
tanto atoro, aparece una frase hecha: “tengo mucho trabajo”; lo que a veces me
ha hecho concluir que tener mucho trabajo es equivalente a no tener tiempo, yendo
así directamente a una igualdad imposible, ya que tanto los que tienen trabajo
como aquellos que no se quejan de tal “enfermedad”, disponen de las mismas 24
horas cada día.
Visto de ese modo, en que estriba pues el “síndrome de la
falta de tiempo” tan disperso en nuestra
sociedad contemporánea. Desde mi punto de vista es más una cuestión de
administración eficaz que de “comprar más tiempo”, sustrayéndolo a nuestro
descanso y a nuestro espacio individual, con la consiguiente pérdida de energía
y a la postre, un saldo de total agotamiento de nuestras capacidades físicas y
mentales.
El estrés, las urgencias, los recurrentes cambios del entorno,
la presión emocional de relacionarse con personas con diverso modo de pensar y
expectativas plurales, así como los problemas económicos y financieros de sus
empresas, entre otros, van dejando a directivos y profesionales con un déficit significativo de energía, motivación
y entusiasmo.
Para poder detener la evolución de este síndrome – que cuando
no se atiende a tiempo crece como una bola de nieve al rodar montaña abajo –
resulta imprescindible determinar sus causas, tan pronto aparezcan los primeros
síntomas. Sí estas enfermo de “falta de tiempo” y quieres ponerte un
tratamiento efectivo, deberías revisar la siguiente lista, propuesta por el
Dalai Lama, donde se revelan diez ladrones de energía que es necesario eliminar
de tu desempeño o al menos minimizar su efecto:
1. Personas
que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo
y juicio de los demás.
2. Demora en el pago de las deudas pendientes.
3. Incumplimiento de los compromisos adquiridos.
4. Tareas desagradables o que no te motivan.
5. No permitirte descansar aunque lo necesites.
6. Mantenerte en espacios desordenados o llenos de cosas que ya no necesitas.
7. No dar la debida prioridad a tu salud.
8. Tolerar o no enfrentar situaciones que te son tóxicas o indeseables.
9. Aceptar aquellas situaciones que no puedes cambiar.
10. No dejar ir una situación del pasado que te esté causando dolor.
2. Demora en el pago de las deudas pendientes.
3. Incumplimiento de los compromisos adquiridos.
4. Tareas desagradables o que no te motivan.
5. No permitirte descansar aunque lo necesites.
6. Mantenerte en espacios desordenados o llenos de cosas que ya no necesitas.
7. No dar la debida prioridad a tu salud.
8. Tolerar o no enfrentar situaciones que te son tóxicas o indeseables.
9. Aceptar aquellas situaciones que no puedes cambiar.
10. No dejar ir una situación del pasado que te esté causando dolor.
Si
queremos hacer nuestra vida menos estresante y eliminar los efectos de la
imaginaria “falta de tiempo”, resulta muy beneficioso dar una mirada atenta a
la lista anterior, y reflexionar sobre cada uno de sus elementos.
En
primer lugar, tenemos que lograr que nadie nos tome como “banco para depositar
problemas”; nuestra mente no puede convertirse en el basurero emocional de
otras personas. Por otra parte, mantén tus cuentas al día, tanto las que debas
pagar como aquellas que debas cobrar, y en este caso, decide suprimir aquellas
que ya sean incobrables y se hayan convertido en una fuente de estrés y
malestar.
En lo que respecta a las
promesas que no hayamos cumplido, es preciso preguntarnos ¿por qué tenemos
resistencia a hacerlo? Siempre se tiene derecho a cambiar de opinión, a
disculparse, a compensar, a re-negociar y a ofrecer otra alternativa para una
promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el
no cumplir con algo que no queremos hacer es decir NO desde el primer momento.
Eliminar o delegar las tareas
que no nos motivan o que nos disgustan, siempre que sea posible, es muy
beneficioso para mantener el buen ánimo, preservar la energía y la motivación.
Por otra parte, es imprescindible que nos permitamos descansar cuando sintamos
la necesidad de hacerlo, poder hacer algo no quiere decir que tengamos que hacerlo,
y para ser eficaces o exitosos no es imprescindible estar permanentemente
ocupados.
Un espacio de trabajo desorganizado
y lleno de cosas que no necesitas, tiene la capacidad de absorber nuestra capacidad
de trabajo y nuestra energía vertiginosamente, cual un tornado de ineficacia; y
si a este entorno se adiciona nuestra incapacidad de enfrentar las situaciones
tóxicas que nos molestan y de olvidar las cosas del pasado que nos han herido
en algún momento, estaremos envueltos en un torbellino de emociones negativas
que pueden afectar seriamente nuestra salud a largo plazo.
Por ello resulta
indispensable priorizar la atención a nuestra salud, tanto física como mental y
emocional, porque de esta forma estaremos en mejores condiciones de enfrentar
el trabajo y de ser más eficaces en nuestro desempeño, pero sobre todas las cosas
estaremos libres del molesto síndrome de la falta de tiempo y sus efectos, y
seremos mucho más felices en el ejercicio de nuestra profesión y nuestro
entorno laboral, lo que también beneficiará el resto de nuestros espacios
vitales.
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