lunes, 21 de julio de 2014

¿Quién te roba la energía?


¿Quién te roba la energía?

Tengo la suerte de contar muchos amigos y amigas con quienes mantengo una comunicación asidua, y no son pocas las veces que les he oído quejarse de que “no tienen tiempo” para una u otra actividad, ya sea ir al gimnasio, disfrutar de una puesta de sol o tomarse una día para ir a la playa el fin de semana
.
Indefectiblemente, cuando pregunto cuáles son las causas de tanto atoro, aparece una frase hecha: “tengo mucho trabajo”; lo que a veces me ha hecho concluir que tener mucho trabajo es equivalente a no tener tiempo, yendo así directamente a una igualdad imposible, ya que tanto los que tienen trabajo como aquellos que no se quejan de tal “enfermedad”, disponen de las mismas 24 horas cada día.  

Visto de ese modo, en que estriba pues el “síndrome de la falta de tiempo”  tan disperso en nuestra sociedad contemporánea. Desde mi punto de vista es más una cuestión de administración eficaz que de “comprar más tiempo”, sustrayéndolo a nuestro descanso y a nuestro espacio individual, con la consiguiente pérdida de energía y a la postre, un saldo de total agotamiento de nuestras capacidades físicas y mentales.

El estrés, las urgencias, los recurrentes cambios del entorno, la presión emocional de relacionarse con personas con diverso modo de pensar y expectativas plurales, así como los problemas económicos y financieros de sus empresas, entre otros, van dejando a directivos y profesionales con  un déficit significativo de energía, motivación y entusiasmo.
Para poder detener la evolución de este síndrome – que cuando no se atiende a tiempo crece como una bola de nieve al rodar montaña abajo – resulta imprescindible determinar sus causas, tan pronto aparezcan los primeros síntomas. Sí estas enfermo de “falta de tiempo” y quieres ponerte un tratamiento efectivo, deberías revisar la siguiente lista, propuesta por el Dalai Lama, donde se revelan diez ladrones de energía que es necesario eliminar de tu desempeño o al menos minimizar su efecto:

    1. Personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás.
2.     Demora en el pago de las deudas pendientes.
3.     Incumplimiento de los compromisos adquiridos.
4.     Tareas desagradables o que no te motivan.
5.     No permitirte descansar aunque lo necesites.
6.     Mantenerte en espacios desordenados o llenos de cosas que ya no necesitas.
7.     No dar la debida prioridad a tu salud.
8.     Tolerar o no enfrentar situaciones que te son tóxicas o indeseables.
9.     Aceptar aquellas situaciones que no puedes cambiar.
10.       No dejar ir una situación del pasado que te esté causando dolor.

Si queremos hacer nuestra vida menos estresante y eliminar los efectos de la imaginaria “falta de tiempo”, resulta muy beneficioso dar una mirada atenta a la lista anterior, y reflexionar sobre cada uno de sus elementos. 

En primer lugar, tenemos que lograr que nadie nos tome como “banco para depositar problemas”; nuestra mente no puede convertirse en el basurero emocional de otras personas. Por otra parte, mantén tus cuentas al día, tanto las que debas pagar como aquellas que debas cobrar, y en este caso, decide suprimir aquellas que ya sean incobrables y se hayan convertido en una fuente de estrés y malestar.

En lo que respecta a las promesas que no hayamos cumplido, es preciso preguntarnos ¿por qué tenemos resistencia a hacerlo? Siempre se tiene derecho a cambiar de opinión, a disculparse, a compensar, a re-negociar y a ofrecer otra alternativa para una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no queremos hacer es decir NO desde el primer momento.

Eliminar o delegar las tareas que no nos motivan o que nos disgustan, siempre que sea posible, es muy beneficioso para mantener el buen ánimo, preservar la energía y la motivación. Por otra parte, es imprescindible que nos permitamos descansar cuando sintamos la necesidad de hacerlo, poder hacer algo no quiere decir que tengamos que hacerlo, y para ser eficaces o exitosos no es imprescindible estar permanentemente ocupados.

Un espacio de trabajo desorganizado y lleno de cosas que no necesitas, tiene la capacidad de absorber nuestra capacidad de trabajo y nuestra energía vertiginosamente, cual un tornado de ineficacia; y si a este entorno se adiciona nuestra incapacidad de enfrentar las situaciones tóxicas que nos molestan y de olvidar las cosas del pasado que nos han herido en algún momento, estaremos envueltos en un torbellino de emociones negativas que pueden afectar seriamente nuestra salud a largo plazo.

Por ello resulta indispensable priorizar la atención a nuestra salud, tanto física como mental y emocional, porque de esta forma estaremos en mejores condiciones de enfrentar el trabajo y de ser más eficaces en nuestro desempeño, pero sobre todas las cosas estaremos libres del molesto síndrome de la falta de tiempo y sus efectos, y seremos mucho más felices en el ejercicio de nuestra profesión y nuestro entorno laboral, lo que también beneficiará el resto de nuestros espacios vitales.





No hay comentarios:

Publicar un comentario