jueves, 31 de julio de 2014

Comunicación y Cultura Organizacional: ¿se relacionan o no?


Comunicación y Cultura Organizacional: ¿se relacionan o no?


La comunicación es una actividad consustancial a la condición del hombre como ser social. Comunicarse es necesario para dar sentido al mundo que nos rodea, a partir de los efectos culturales del mensaje. Para poder establecer la relación existente entre comunicación y cultura, resulta conveniente precisar en qué consiste esta última. De manera general, podemos definir la cultura como el conjunto de supuestos, procederes y formas de comportamiento que han sido incorporados por un grupo de personas y que los identifica. La cultura es un modelo mental, que distingue a un grupo humano de otro, y crea un patrón que define la pertenencia o no pertenencia a dicho grupo.

Otra forma de definir la cultura es asumirla como un complejo conjunto de conocimientos, creencias, artes, leyes, principios morales, costumbres, habilidades y hábitos adquiridos por el hombre en su interacción social, y que lo define y clasifica como miembro de una determinada sociedad. El compartir una cultura transmite un sentimiento de pertenencia a un grupo social, y modela muchos rasgos de la propia personalidad.

La cultura se comunica mediante diversos tipos de actividades culturales, tales como: el baile, la música, la literatura, la interacción personal, las rutinas cotidianas, el comportamiento, etc. Todos ellos constituyen el marco cultural que identifica a una sociedad o grupo humano. Pero a pesar de revestir deferentes formas, todas ellas tienen un denominador común: comunican un mensaje, es decir, son forma de comunicación.

Así pues, si a través de la comunicación logramos transmitir y compartir conocimientos, valores, paradigmas modos de comportamiento, etc., resulta evidente que la construcción del marco cultural de una organización pasa por la comunicación adecuada de los estándares que determinarán el mismo. La comunicación de esos estándares es una función de los directivos, pero la construcción, transmisión, y enriquecimiento futuro de la cultura organizacional, es una tarea del grupo social que la constituye.

Dicho de otro modo, el compartir una cultura determina la formación e internalización de un fuerte sentimiento de pertenencia que devendrá en un compromiso con las metas y propósitos del colectivo, proceso en el cual la comunicación juega un papel determinante. No es posible compartir una cultura si no se no comunican los estándares que han de caracterizar la misma, y los asumimos como propios.

Los estándares de la cultura organizacional, se comunican por diversas vías: el ejemplo, las tradiciones, los ritos, las creencias, las prioridades, los procedimientos y las experiencias y vivencias personales de cada uno de sus miembros. La cultura considerada de esta manera, identifica una realidad construida, que es válida por los miembros de la organización que la comparten y la asumen como propia; y en cuya formación, tiene una medular importancia mantener un continuo intercambio de comunicación de las ideas, valores y reglas que conforman la identidad del grupo.

En realidad cultural de la organización, sus miembros afrontan un proceso de aprendizaje e incorporación de estándares, que genera un cierto nivel de incertidumbre, que solo una comunicación adecuada puede reducir. Los estudios realizados por Berger and Calabrese (1975) concluyeron que existen tres tipos de estrategias para reducir esta incertidumbre: pasiva, activa e interactiva.

La estrategia pasiva se pone en marcha cuando el individuo decide buscar información mediante la observación. La estrategia activa supone que el individuo pregunte a otros miembros del grupo como debe comportarse para ser asimilado como integrante del mismo. Y finalmente, y la estrategia interactiva es cuando el sujeto le pregunta justamente a aquella persona que determina dichos estándares, debido a su posición en la organización.  Dado que esta última estrategia resulta ser la más efectiva, los directivos no deben esperar a que los miembros de la organización intuyan la cultura o la asimilen por un proceso de prueba y error, sino por el contrario, deben prever la manera y los medios que utilizarán para dar a conocer los valores y paradigmas que deben caracterizar la cultura de la organización.

De la efectividad de este proceso de comunicación depende la percepción del sentimiento de pertenencia que deben propiciar el surgimiento y la consolidación del compromiso con las metas y propósitos de la organización. Los directivos deben ser capaces de aprovechar los efectos sociales de la comunicación para dar sentido al contexto organizacional y conformar el marco cultural de esta realidad construida; tomando en consideración que los miembros de la organización interactúan en diferentes realidad culturales que coexisten, sin excluirse mutuamente: familia, país, comunidades religiosas, etc.  

Los directivos deben tener muy presente que, es preciso mantener un proceso de comunicación permanente con sus empleados para actualizar sistemáticamente el marco cultural de la organización dado los cambios que puedan producirse en el entorno tecnológico y económico en que se inserta la misma. Dicho proceso de comunicación debe contribuir a la reducción de la incertidumbre, mediante la información, la capacitación, la actualización tecnológica y el enriquecimiento y consistencia del marco cultural de la organización.

Aprovechar los efectos culturales de la comunicación a favor de los intereses y metas de la organización tiene que ser una de las competencias esenciales que deben incorporar los directivos de éxito.



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