martes, 17 de noviembre de 2015

El Séptimo Pecado: Iniciando la Práctica de la Meditación (II Parte)


En la primera parte de este séptimo y último “pecado” que conspira con nuestra felicidad cada día, estuvimos valorando los beneficios que nos traería concentrar nuestra atención en el “aquí y ahora” y mantener una actitud de alejamiento, como una “mosca que observa desde la pared”, para poder enfrentar los retos de la vida de una forma más constructiva y evitar los sentimientos negativos que no nos permiten adoptar las mejores decisiones para vivir una vida más plena y feliz.

Esta segunda parte, la vamos a dedicar a ofrecerle algunas orientaciones para aplicar “mindfulness”, una de cuyas interpretaciones es “meditación”. Como ha comprobado un gran número de académicos occidentales, que son catedráticos de prestigiosas universidades en el mundo y en particular en Estados Unidos, la práctica de la meditación, no está asociada necesariamente a la práctica religiosa, sino que resulta una herramienta muy eficaz para el desarrollo de la atención y la concentración, competencias mentales muy necesarias para la vida profesional y personal de cada individuo.

Meditar no supone ser, necesariamente, practicante del budismo o el hinduismo, ni tan siquiera ser religioso en sentido general; de lo que se trata es de utilizar dichas técnicas para lograr un mayor desarrollo de competencias psicológicas y mentales, para poder vivir el aquí y el ahora, y distanciarnos de los problemas para poder darles solución de forma objetiva, sin que nuestras emociones  impidan que tomemos decisiones efectivas y eficaces, que nos proporcionen una mayor felicidad y nos haga tener éxito en nuestras vidas.

A continuación, les brindamos las instrucciones para una práctica denominada “Presencia” que les permitirá, a partir de su reiteración y sistematización, desarrollar e incorporar las competencias necesarias para vivir una vida más plena y feliz y construir relaciones más duraderas y  fructíferas.

Práctica de Presencia. Orientaciones

1.- Busque un lugar tranquilo y agradable donde se sienta bien.

2.- Siéntese cómodamente, con los pies firmes en el suelo y las manos en su regazo, la situación de las palmas (hacia arriba o hacia abajo) es opcional.

3.- Puede cerrar sus ojos si así lo desea, pero no es imprescindible. No obstante, en la mayoría de los casos es mejor cerrarlos al menos en las primeras prácticas para obtener una mayor concentración.

4.- Coloca su pensamiento en la parte más alta de su cabeza, y mentalmente descienda por todo su cuerpo, lentamente, y vaya relajándose cada una de las partes del cuerpo por la que desciende su pensamiento hasta los pies, y regrese nuevamente hacia arriba. Repítalo tanto como sea necesario para quedar lo más relajados posible.

5.- Una vez alcanzado una relajación general, concentre su atención en su respiración, tomando conciencia de cada inspiración y cada expiración; en tanto continúa sintiendo una mayor relajación.

6.- A continuación, ponga atención en los latidos de su corazón, tome conciencia de su ritmo y su permanente impulso de la vida por todo nuestro cuerpo; mientras mantiene y profundiza su estado de relación.

7.- Ahora, dirija su atención a su cerebro, y limpie su mente de todo tipo de pensamiento, trate de lograr una ausencia de pensamientos total.

8.- Una vez lograda una total relajación, repita pensando en su mente “No tengo nada que promover”; ahora dirija su pensamiento a su respiración y repita “No tengo nada que defender”; dirija su atención a su respiración y repita “No tengo nada que temer”, y continúe repitiendo “La única realidad es que yo estoy aquí ahora”.

9.- Repita el paso número 8, al menos tres veces.

10.- Tómese un tiempo para respirar y descansar.

11.-Termine la práctica, abriendo suavemente los ojos, si es que lo mantuvo cerrados.

Para concluir este ciclo acerca de la felicidad, y las formas en que podemos construirla o destruirla, les regalamos los 7 pasos de la felicidad  esperando como siempre, que mis lectores encuentren provecho en nuestras entregas y que éstas puedan contribuir a lograr mejores relaciones interpersonales, tanto como directivos o profesionales o en nuestras vidas personales.






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